Organización del espacio y materiales para el movimiento libre

En el artículo anterior hablábamos del movimiento libre, de cómo beneficia al desarrollo de nuestro bebé y qué papel desempeña el adulto. No obstante, criar a un/a niño/a siguiendo las teorías de Pikler también implica adaptar el entorno del bebé para que sea un entorno seguro y apropiado a cada etapa de su desarrollo.

Lo principal es, sin lugar a dudas, idear un espacio que facilite el movimiento libre y la actividad autónoma a la vez que el bebé no corre ningún tipo de peligro y puede tocar todo lo que tiene a su alcance. El objetivo es evitar que haya zonas que requieran la intervención y el “no” por parte del adulto, permitiendo así que nosotros podamos acompañar al infante desde la distancia que él/ella decida sin que esto suponga un peligro para el/la pequeño/a o para los objetos que le rodean.

Recordemos: no se trata de que exploren solos (sin supervisión), sino por sí mismos.

Otra cosa a tener en cuenta es vestirlos de manera que puedan moverse cómoda y libremente. Evitaremos vestirles si no hace frío, las capuchas y la ropa gruesa o aparatosa; siempre que sea posible irán descalzos (favoreciendo el agarre y el equilibrio, a la vez que permitimos que sus pies y columna crezcan sanos y fuertes).

¿Cómo crear, pues, un espacio adecuado para nuestros bebés?

  • El suelo debe estar despejado y ser firme, sin alfombras aparatosas que se arruguen y dificulten el desplazamiento. Lo ideal sería que fuera un suelo cálido.
  • Tendremos que adaptar el mobiliario para que les permita subirse y bajarse solos, retirando los muebles que no les permitan hacerlo por cuenta propia.
  • Los materiales y juguetes estarán siempre a su alcance, serán los adecuados a su etapa de desarrollo y evitaremos tener una cantidad excesiva. Recordemos que si nos tienen que pedir algo porque está fuera de su alcance, estamos limitando su actividad y los estamos haciendo dependientes.
  • Los materiales mencionados les deben resultar fáciles de manipular y serán seguros como para que el bebé se los lleve a la boca. Se suele recomendar el uso de “materiales desestructurados”, de diferentes formas, texturas y tamaños, sin una finalidad concreta pero que forman parte de la vida cotidiana (tapas, boles, telas, objetos de madera…). Lo importante es “no enseñar a usar” los materiales, sino que el/la niño/a los descubra por su cuenta.
  • Los juguetes deben estar a su alcance pero no se le animará a cogerlos.

Consejos para evitar situaciones que limiten el movimiento libre

Muchas veces, y sin tenerlo en cuenta, los adultos propiciarán situaciones en las que el movimiento libre se verá limitado. Otras veces, existirán elementos del día a día que serán los responsables de estas limitaciones. Vamos a ver cuáles son para tratar de evitarlos.

  • Los gimnasios con barras de actividades, las hamacas y los andadores. Los gimnasios distraen su atención, las hamacas limitan su movimiento, y los andadores fuerzan una postura para la que el bebé aún no está preparado.
  • Los cochecitos: en ellos, el campo visual es muy limitado y al estar atado, el movimiento del bebé es prácticamente nulo.
  • Demasiados estímulos. Demasiados juguetes, colores, melodías. Dejemos primero que nuestro bebé se descubra a sí mismo/a, que aprenda el sonido de su propia voz y lo alterne con momentos de silencio o música suave y relajante.
  • Los colchones demasiado blandos.
  • Las tronas. Siempre que sea posible, evitaremos atar a nuestro/a hijo/a. Evidentemente, hay que aprender que mientras se come, no hay que abandonar la mesa, pero tampoco hace falta mantener al bebé sentado en una trona durante un largo rato mientras nosotros hacemos otra cosa.

¿Cómo se traduce este tipo de crianza con otros aspectos de la vida cotidiana?

Hoy en día muchos padres y madres optan por portear a sus bebés, y al contrario de lo que pueda parecer, el porteo no está reñido con el movimiento libre, pese a que Pikler no menciona nada al respecto en sus estudios. El porteo debe ser ergonómico, seguro y respetuoso con las etapas de desarrollo de nuestro bebé, es decir, no debe forzar ninguna postura para la que el bebé aún no esté preparado. ¿Te resulta familiar? Efectivamente, el porteo se adapta al bebé y no al revés, a la vez que se respetarán los tiempos de suelo o de brazos según se necesiten.

¿Cómo afecta el movimiento libre al desarrollo de nuestros bebés?

Pikler observó que los pequeños demostraban un mejor equilibrio, mayor coordinación, más seguridad en sus actividades y en sí mismos y, por lo tanto, tendían a sufrir menos accidentes. En sus estudios concluyó que la ayuda y enseñanza del adulto no solo no son una condición necesaria para el desarrollo motor del bebé sino que su intervención puede llegar a poner al pequeño en situaciones para las que no está preparado, llegando a perjudicarlo.

Evidentemente, los adultos estamos acostumbrados, y prácticamente nos sentimos obligados, a ayudar a nuestros hijos en sus movimientos y actividades. Entendemos que los estamos cuidando, que nos preocupamos. Pero también es bueno ser conscientes de que debemos darles la oportunidad de decidir por sí mismos, de descubrir el mundo que les rodea a su propio ritmo haciéndole caso a su cuerpo, adaptándonos nosotros a su desarrollo.

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